Por Susana Barrena,Socia Fundadora

Empezaría registrando el tiempo que ha pasado a raíz de la pandemia, pero sinceramente ya no es sano contar el tiempo, tener registrados los días, semanas, meses, desde que empezó la pandemia, ya no es sano pensar “antes de la pandemia: yo hacía esto, yo era esto, yo tenía esto”, ya no es sano ver el tiempo atrás, que ya está, muy muy atrás…

¿Qué está pasando con la vida?, ¿acaso nos hemos olvidado de vivir?, ¿es necesario que ya no haya pandemia para poder continuar con nuestra vida “normal”? Si hacemos un breve recuento nos daremos cuenta de que efectivamente ha pasado un año, pero que realmente es como si no hubiera pasado. ¿En qué momento nos perdimos en el tiempo? ¿En qué momento dejamos sentir? ¿En qué momento dejamos de decidir, de ser?

¿Qué sucede realmente con nuestra vida? ¿Acaso no tenemos derecho de continuar?, ¿en serio nos aterra y paraliza tanto un virus “mortal”? o simplemente no sabemos cómo seguir…

Sí, la pandemia cambió muchas cosas. Sí, la pandemia fue inesperada. Sí, la pandemia nos dejó afectados. Sí, la pandemia nos quitó muchas cosas. Sí, la pandemia nos movió todo, pero también es cierto que la pandemia es tan parte de nuestra vida como nosotros decidamos. El coronavirus no lo es todo, no determina nuestra vida, detrás de el hay muchas cosas más. “Antes” teníamos planes, sueños y metas que cumplir, y ¿ahora?, ¿Qué cambió?, ¿Por qué ya no seguimos con esos sueños que teníamos en mente?

La pandemia no nos ha quitado nada, nosotros hemos abandonado o descuidado nuestras cosas, no hemos sabido mantenerlas ni hemos sabido cuidarnos: desde nuestra salud mental, nuestro arreglo personal, nuestra alimentación, nuestro hogar, nuestra estabilidad, nuestra propia salud, hasta nuestras relaciones personales. Y es que verdaderamente no hemos aprendido a valorar las cosas simples de la vida, a apreciar los momentos más inesperados y a disfrutar cada día que vivimos. No hemos aceptado quienes somos, no estamos a gusto con lo que tenemos, no hemos aprendido a vivir: no es que lo hayamos olvidado es que no lo hemos entendido. Nos aferramos a algo que puede que dure toda la vida, estamos a la deriva y estamos esperando el momento de la “normalidad”, solamente estamos esperando.

Y si seguimos esperando se nos va a ir otro año, y otro año más y así uno seguido del otro. Siempre teniendo como justificación al coronavirus, culpabilizando a algo externo de nuestras propias decisiones, dejando que tome las riendas y sentido.

Debemos de ver la pandemia como parte de la vida; es otra prueba más, un obstáculo nuevo que avanzar y un reto más a superar. No podemos seguir estancados, no podemos seguir siendo seres atemporales; porque como individuos seguimos creciendo, seguimos envejeciendo, seguimos teniendo necesidades. Necesitamos despertar, necesitamos volver al tiempo, necesitamos volver a vivir y principalmente necesitamos sanar.

La pandemia impacta en nuestra vida y la transforma, pero no la dirige. Nosotros como seres humanos: llenos de capacidades y habilidades podemos con esto y más. No es un huracán que llega y arrasa con todo y poco a poco se reconstruye, es una condición de vida, la cual debemos aceptar, reconocer, investigar y superar. Debemos de seguir con nuestra vida, con cuidados y medidas adecuadas, pero no podemos quedarnos en el pasado ¿no crees que ya ha sido suficiente?