Y la vida sigue…

Por susana Barrena Socia Fundadora

 

Parece que el tiempo se ha detenido y que la vida se ha pausado, se siente como una película, la cual sólo puedes ver, pero no vivir en ella.  Somos nuevamente espectadores, estamos atrás de la pantalla, alguien ya escribió, preparó y presentó la obra, a nosotros nos toca sólo la función de observar: sin comentar ni hacer nada, sólo verla, ese es nuestro papel, ya está descrito y es un hecho que debe ser así. Incluso para ir al baño hay una pausa, ya existe tal planeación y debemos seguirla.

La pandemia por la COVID-19 hoy en día se ha convertido en una obra más, donde antes de ella nosotros éramos los personajes: teníamos, realizábamos, decidíamos y vivíamos nuestra propia película, éramos incluso los protagonistas. En la pandemia parece que ya tenemos un rol y somos todo menos protagonistas, se ha convertido en algo ya dictaminado, donde sólo debemos estar en nuestra casa viendo como pasan las escenas y no logramos obtener ningún protagónico, hemos llegado a perder incluso nuestra esencia, nuestra voz y nuestra propia personalidad. Nos hemos dejado guiar por otro autor para que escriba y decida nuestra vida, le hemos cedido sin darnos cuenta el protagónico a alguien más, quedando nosotros en segundo y tercer plano, ocupando únicamente el lugar de ser público, pero apático (sin aplaudir, sin comentar, sin decir, etc.)

Esta situación se ha vuelto tan rutinaria e inactiva que sólo dejamos que las cosas ocurran y pasen, sin ninguna intervención, sin ninguna propuesta para mejorar, sin ningún cambio a proponer, sin ninguna motivación para hacer y sin comunicación. Pareciera que porque hay más medios para la comunicación y que ésta  sería mayor, pero no, es totalmente deficiente (no expresamos, no decimos, no hablamos y no sentimos). Estamos estáticos. No hay un interés que nos mueva, no tenemos un objetivo que perseguir para trabajar por él, en este momento estamos realmente cómodos, hemos construido una zona de confort, que realmente ya nos acostumbramos y es muy cómodo vivir así. Trabajar o tomar clases detrás de una computadora, sin llegar a exponer realmente tu personalidad o privacidad, te gusta, puedes hacer lo que en persona no, tienes muchas más comodidades y no te preocupas por algo más.

Pero la vida no es una obra que debe estar ya escrita, tampoco es una película que podemos poner en pausa cuando queramos, es un camino que debemos ir construyendo, es una aventura que lleva experiencias, que crea recuerdos y recuerda anécdotas. No podemos decir que durante el 2020 no hicimos nada porque hubo pandemia, no podemos limitarnos a este comentario, como si esa etapa de nuestra vida hubiera sido pausada y no importara. ¡No! Debemos de tenerla como referencia a un hecho importante que sucedió a nivel mundial y con base a eso contar y explicar que hicimos ante eso. Debemos de aprovechar el recurso más valioso que tenemos los seres humanos, el TIEMPO, porque el tiempo es algo que no se puede recuperar y no está permitido decir “porque estuvo la pandemia”.

Dejamos de nadar en la corriente, salimos de ella y ahora sólo vemos como avanza, pero sola. Es momento de volver a meternos al juego, de no seguir esperando, sino captar las nuevas reglas del juego y usarlas a nuestro favor, para verdaderamente adaptarnos, no sólo parcialmente sino ya totalmente; es momento de meternos a la obra y recuperar ese protagónico que hemos olvidado y es momento de ser personas activas, que aunque estemos detrás de una computadora o como público, poder decir y expresar “no me gusta, no estoy de acuerdo, no quiero, propongo esto” de tener un interés público general y sobre todo ser agentes de cambio, empezando en nuestro en hogar. Estamos interpretando un papel que no nos corresponde pero que hemos aceptado.

¿Es complicado? Por supuesto, toda época de cambios lo ha sido. Pero también es el momento idóneo para tomar ventaja. Los que logren ver más allá de la curva y salir más rápido y en mejor posición de ella, serán los dominadores del camino que el futuro nos depara. Ante nuestros ojos han ocurrido acontecimientos nunca antes vistos y que eran etiquetados como imposibles, vimos el precio del petróleo ir por debajo de los cero dólares, vimos cómo un grupo de usuarios de reddit pusieron en jaque a algunos fondos de Wall Street y vimos al bitcoin crecer más de diez veces su valor en un año. Las oportunidades están ahí para nosotros, pero no esperaran por nosotros.